lunes, 23 de noviembre de 2009

Equivocar o equivocarse

Dejemos como estúpida la pseudoetimología según la cual estaríamos frente a un verbo animal: equi-vocar: llamar al caballo. "¡Vamos, Silver!", eso, en boca del mítico y actualmente ignoto Llanero Solitario, sería un clarísimo ejemplo de equivocación. Pero no van por ahí las cosas.
La filosofía enseña, a través de algunos autores lejanos en el tiempo, que hay mucha división al hablar de la verdad. Una de las más útiles se refiere a la verdad del ser y a la verdad del intelecto. En resumidas cuentas: cada cosa es lo que es (verdad del ser u ontológica) y si así lo pienso y digo, estoy en la verdad: acierto (verdad del intelecto). Se ve a la legua que la segunda depende de la primera. Y la primera... ¡Ah, eso son palabras mayores! Ahora nos quedamos en que llamar a cada cosa como lo que es es decir verdad, es acertar.
Y equivocarse... Aquí está el jaleo. En principio, y en todo rigor, debería decirse "Juan ha equivocado estas dos cosas". Juan, lerdo mental (y, estadísticamente, obeso y por tanto lerdo corporal) , ha llamado igual (equi-vocado) a esas dos cosas. Y de ahí se deduce que "se ha equivocado". No sé de dónde sale ese salto: él no se ha llamado igual a sí mismo.
Bueno, no da para más. Sólo añadir que pocas veces he leído o escuchado, eso sí, con gran placer, la primera y correctísima manera de hablar.

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