lunes, 25 de enero de 2010

Jaqueca

Dice la RAE que la jaqueca es una "cefalea recurrente e intensa, localizada en un lado de la cabeza y relacionada con alteraciones vasculares del cerebro". Un dolor de cabeza muy peculiar. (Tiene su qué la palabra cefalea: de kephalés, cabeza en griego. Nada de cerebro: cabeza. El todo por la parte...)
Se habla, a veces, de lo que los árabes trajeron y dejaron en la península en los siglos que vivieron en ella. He aquí una molesta: la jaqueca. De pura suerte, podría decir, me he enterado de que la dichosa palabreja proviene del árabe hispanizado šaqíqa, y ésta del árabe clásico šaqīqah.Gracias a Dios, también trajeron la almohada, para cuando se sufre jaqueca. Y el alcohol, para cuando las penas se presentan insolubles al agua: "Penas sin remedio, litro y medio". Discrepo, por supuesto, pero tiene su gracia.

Dar en el clavo

No soy, ni mucho menos, experto en lenguas clásicas. Pero tampoco hace falta ser un lince para darse cuenta de que las etimologías que provienen del latín y del griego son muy intuitivas; o sea, visuales. Hasta las más metafísicas o abstractas. Seguramente, por esa misma razón.
Cuanto más se avanza en los siglos, sin embargo, nos vamos volviendo más idealistas. De todos modos, hay muchas expresiones castellanas, como la que en este caso nos ocupa, que tienen un claro sentido físico, y hasta artesanal. Tal vez en la actualidad más actual pocos sean los que han metido un clavo en una madera. Es una actividad altamente aconsejable: se requieren precisión, paciencia, saber rectificar, etc.
Al grano. Dar en el clavo significa, según el uso normal, "Acertar en lo que se hace o dice, especialmente cuando es dudosa la resolución". Es una expresión que tiene que ver con la de quien "da una en el clavo y ciento en la herradura", o sea, la de quien acierta por casualidad, o se equivoca a menudo.
Habría que intentar no perder esa naturalidad del lenguaje. Quien no ha clavado un clavo en su vida, poco sabe cuán dudosa es la resolución, qué fácil es que se tuerza y, por eso, no se meta bien.
Pues bien, a ese proceso se le llama hacer metafísica: pasar de lo físico a lo moral o cognoscitivo. Acertar en todo tipo de cosas: en lo técnico, en lo personal y en lo intelectual. Toda una analogía y ejemplo de validez de la metafísica natural.

martes, 19 de enero de 2010

El hombre, solo

Digamos, para abreviar, que hoy me he quedado medio embobado mirando un árbol y la cortina de lluvia que lo medio tapaba, y el cielo gris detrás, y, más atrás, las montañas, con algún edificio. Y he concluido: "caray, a mí, que me disgusta la lluvia, me parece increíble esta estampa: qué arbol...", etcétera.
Y le he dado algunas vueltas -contemplativas, más que teóricas- sobre lo bien que está hecho el mundo, y lo bonito que es, aunque sea en ocasiones destructivo.
Y luego he avanzado por otros caminos, que ahora expongo. Resulta ser que, en medio de esta maravilla, aparece un no sé qué nostálgico; algo como la campana de Paulov, que es el medio para llegar al perro; algo como un bonito anuncio, que nos lleva a comprar... pero que supera el anuncio: nadie compra el cartel, sino lo que se anuncia. En fin, el mundo, que está bien, o muy bien, pero que no el destinatario final de nuestros anhelos y deseos.
Y luego ha llegado la frase: Génesis 2, 18: "No es bueno que el hombre esté solo". ¿Solo?, he pensado. ¿En medio de este increíble mundo que miles de artistas no se han cansado de plasmar, de modo más o menos meritorio? Sí, sólo. El mundo como foto de lo que Dios es capaz de hacer, como jardín para que nos divirtamos mientras llegamos a nuestra meta. Etcétera. Bueno, que cada uno pedalee, si quiere.

(Y, ahora, mientras escribía, el bueno de San Agustín, que con tanta frecuencia da en el clavo: "Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti".)

miércoles, 13 de enero de 2010

Puño y puñetazo

"Te voy a dar un puño...". Bonita y ciertamente chola expresión. Vamos, que a mí me suena a poco cortés. Ayer mismo, en clase de latín, tuve esta idea sobre la posible etimología de la palabra puño y puñetazo. La segunda, es obvia: de la primera. La primera... no sé: ahí va la teoría, que es cuanto menos, plausible.
No sé a santo de qué, salió en un ejemplo el verbo luchar, pelear: pugno, pugnas, pugnare, pugnavi, pugnatum. Este verbo, en latín vulgar-tardía, se pronunciaría como en el actual italiano o francés: "puño". El proceso mental que falta para unir las dos palabras es mínimo. Ya puede ser. No he perdido tres horas buscándolo. Pugnus, en latín, es puño: mano cerrada. Y, de ahí, pugnare, que sería, por tanto, luchar con las manos.
Para más información, que confirma la intuición, id aquí.

martes, 12 de enero de 2010

La droga

En un momento de impreciso ocio, he cogido las primeras páginas de "El buscón", la picareca novela increíble de Quevedo. En sus inicios, en el apartado de "Al lector", se habla de un "vivir a la droga". Interesante el conocimiento del asunto que demuestra Quevedo. Y sus conclusiones. Cito, que está todo dicho. "Aquí [en "EL Buscón", se entiende]hallarás en todo género de Picardía (de que pienso que
los mas gustan) sutilezas, engaños, invenciones, y modos, nacidos del
ocio para vivir a la droga". Usado como sinónimo de "vivir en medio de ilusiones". La droga, ilusionante ilusión, excusa y escapatoria de una vida vacía, que se llena de algo que apenas engorda.
Lo mejor de Quevedo, conclusión, más realista que todo lo demás: "y no poco fruto podrás sacar dél si tienes atención al escarmiento;" Quien mal anda, mal acaba.

Perenne y efímero

Dos palabras contrapuestas. Perenne, del latín per-annus: durante el año, por todo el año. El año como ciclo. Árbol perenne es el que no muda sus hojas, el que no las pierde.
Efímero, del griego epí-hémera. Esa aspiración de la "h", como en "Holidays", unida a "epi", se contrae en "ph". Bonito. Y significa "epi": por encima (tocando, con contacto), y "hémera", día. Lo efímero es, etimológicamente, lo que pasa tocando el día, y no sigue adelante, lo que se agota en un día.
Pero lo que me interesaba destacar es, sin embargo, el espacio de tiempo (con lo rara que suena esa unión de lo espacio-temporal...) que toma como medida. Lo que dura, dura un año; lo que se acaba, se acaba en un día. Da que pensar, como mínimo.