lunes, 25 de enero de 2010

Dar en el clavo

No soy, ni mucho menos, experto en lenguas clásicas. Pero tampoco hace falta ser un lince para darse cuenta de que las etimologías que provienen del latín y del griego son muy intuitivas; o sea, visuales. Hasta las más metafísicas o abstractas. Seguramente, por esa misma razón.
Cuanto más se avanza en los siglos, sin embargo, nos vamos volviendo más idealistas. De todos modos, hay muchas expresiones castellanas, como la que en este caso nos ocupa, que tienen un claro sentido físico, y hasta artesanal. Tal vez en la actualidad más actual pocos sean los que han metido un clavo en una madera. Es una actividad altamente aconsejable: se requieren precisión, paciencia, saber rectificar, etc.
Al grano. Dar en el clavo significa, según el uso normal, "Acertar en lo que se hace o dice, especialmente cuando es dudosa la resolución". Es una expresión que tiene que ver con la de quien "da una en el clavo y ciento en la herradura", o sea, la de quien acierta por casualidad, o se equivoca a menudo.
Habría que intentar no perder esa naturalidad del lenguaje. Quien no ha clavado un clavo en su vida, poco sabe cuán dudosa es la resolución, qué fácil es que se tuerza y, por eso, no se meta bien.
Pues bien, a ese proceso se le llama hacer metafísica: pasar de lo físico a lo moral o cognoscitivo. Acertar en todo tipo de cosas: en lo técnico, en lo personal y en lo intelectual. Toda una analogía y ejemplo de validez de la metafísica natural.

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