lunes, 30 de mayo de 2011

Fama

Fama, del latín "fama", del griego "femí", decir. Lo que soy dicho por otros, lo que dicen de mí. En parte, poco me ha de importar. Pero importa. Puestos a elevarnos a las alturas, diremos que, si Dios es logos -palabra- lo que dice es lo que se crea: nosotros, como recuerda la Biblia, venimos de su palabra, como el mundo entero. "Et dixit Deus: Fiat lux, et facta est". No está mal. Conclusión primera: lo que importa es lo que diga -lo que dijo antes de los tiempos- quien nos dijo más intensa e interiormente: quien nos creó.
En griego existe también la palabra "dóxa", que significa a la vez fama y opinión. Platón la usa en este segundo sentido: es uno de los modos de conocimiento más flojillos que se da en el hombre. Y sin embargo, hoy día contamos con ella como con el sol. En fin.

viernes, 1 de abril de 2011

Polémica

Los periódicos son expertos en dar voz a las pequeñas o grandes polémicas.
Lo que dice la RAE está claro.
Pero tiene cierta gracia que la etimología de la palabra sea lo que podríamos llamar hispánica, de sangre caliente. Me explico. Lo que ahora es un polémica, una discusión, una controversia, tiene su origen en la palabra griega pólemos: guerra. Más claro no podría ser. Por eso no tiene nada que recriminarnos los demás países al comprobar que los hispanos no sabemos discutir con el cerebro, sino apasionadamente.
Me venía a la cabeza la cita del famoso filósofo presocrático Heráclito: "La guerra es el padre de todas las cosas". En original, que queda mejor:  Πόλεμος πάντων μὲν πατήρ ἐστι (Polemos panton men pater esti). Ahí vienen los demás datos.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Navidad y Génesis

Para la religión católica, la Navidad es mucho más que un tiempo en que se compran regalos. En concreto, es el inicio de un mundo nuevo, una segunda creación, un segundo génesis. Hasta la etimología de las palabras lo señala así. Por partes. Navidad, de "nativitas, nativitatis.".. Toma su raíz, es bastante fácil de ver, de "natus", que es el pasado o perfecto (nacido) de nascor: nacer. Eso, en latín. Pero ahora toca dar el salto al griego. Parece ser, y yo me he enterado hoy, que el verbo nascor tenía, en su origen, una pequeña "g" delante: gnascor. Y ahí asoma la cabeza el griego: gignomai, genésomai, egenómen, gegona: las cuatro raíces del verbo que significa "venir a ser", "devenir"... y sus raíces: gn, gen, gon... De ahí, génesis, y muchas más. Ya te digo. Es que el catolicismo es, como la vida misma, alucinante: todo cuadra. Conclusión teológica y práctica, y no sólo etimológica: la Navidad ha de ayudar a cambiar la faz de la tierra otra vez. Ya la cambió hace 2010 años, aproximadamente.

Redimir, redención

Ya hacía un tiempo que quería escribir algo sobre esta familia de palabras. Redimir, dice la RAE, que es sacar a alguien de la esclavitud con un precio. También explica que redimir a alguien consiste en volver a comprar. Y ahí está la etimología principal: emo, emis, emere, emi, emptum. De ahí, dos raíces: em- y empt-. Y el efecto fonético de la "d" que aparece a principio de palabra para que no se junten dos vocales: re-d-empt-io, por ejemplo, redención. Una maravilla. Pues bien, así hay que entender, por sugerir un campo bien cristiano, ahora que estamos en Navidad, lo que dice San Pablo sobre nosotros mismo: "Empti enim estis pretio magno!": habéis sido comprados a gran precio. San Pablo tenía claro en qué consistió la re-d-ención.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Perdonar

Ésta etimología es sencilla. Tal vez no lo sea tanto su significado, o el porqué de su génesis. "Per-" es el prefijo de acabamiento, de totalidad, de llegada al fin, de haberse completado, de haberse hecho del todo: de per-fección. Perdonar sería, simplemente, donar del todo. Quizá se refería al perdón de una deuda: te di esto y ahora, en lugar de reclamártelo, te lo doy del todo, no te exijo que me lo des.¿Y si no se trata de una deuda, sino de una ofensa?  Perdonar sería dar del todo a uno mismo: dar-se del todo. Me olvido de mí mismo para darle a ese lo que merece no por justicia -merece una recompensa quien ha sido ofendido-, sino por caridad. No está nada mal....

martes, 16 de marzo de 2010

Obvio

Dice la RAE que obvio es lo que se encuentra o pone delante de los ojos, o aquello muy claro o que no tiene dificultad.
Pero lo que sí tiene dificultad -aunque mínima- y, sobre todo, mucha gracia, por lo visual, es su etimología. Tenemos dos posibles ramas, que se juntan en un mismo tronco:
Primera rama: obvio viene de "obvius, obvia, obvium", un simple adjetivo, cuya definición -literal- es "que se encuentra en el camino, que sale al paso" o "que está al alcance de la mano, fácil, obvio, antarual, afable" o incluso "expuesto a".
Segunda rama: la palabra "obviam". "Exite obviam ei" (Mt. 25 6; es decir, la parábola de Jesús en que a las diez vírgenes, las necias y las sabias, se les anuncia que ha llegado el esposo, al que hay que ir a recibir). "Obviam" es aquí, según el diccionario, un adverbio que rige dativo, y que significa "al encuentro" o "encontrar al ecuentro" o "ir al encuentro". Pero es de sentido común (iba a decir que es obvio) que "ir al encuentro" significa salir al camino, ir a buscar a alguien a su
vía, por donde va a pasar.
Y el tronco en que se juntan las dos ramas. Las dos ramas son así porque se forman de "ob" y "via". "Ob" es ante: "ob oculos", ante los ojos; y "Via" es de "via, viae", camino, vía. O sea, que obvio es "lo que tengo ante mí en el camino".
Y la conclusión que me gustaría sacar. Algo es obvio, etimológicamente, si es todo lo dicho. Y algo es obvio si es sencillo e inmediato a la mente. Hay que juntar las dos cosas y hallaremos, con gran sorpresa, que nuestro lenguaje es -como siempre- realista, o, si se me permite un tecnicismo, epistemológicamente o gnoseológicamente realista. Se fija en qué ocurre y forma una palabra que así lo describe. Y la metáfora usada es perfecta: la realidad se nos impone, nos sale al encuentro, a la vía. Nada que ver con el grosero subjetivismo cerril de según qué filósofos, que piensan haber creado la realidad por el hecho de que tienen dentro de sí (de modo obvio) unos conceptos... En fin, realismo.

martes, 2 de marzo de 2010

Escándalo

Del griego σκάνδαλον a través del latín scandălum. Tropiezo, trampa puesta al enemigo, ocasión de caída. Todo eso. Es el otro motivo por el que hay que tener presente a los demás a la hora de actuar. Mis acciones no pueden hacer caer a los demás, a pesar de que a mí no me produzcan una caída al suelo. No está mal.

Desdecir

Dice la RAE que, en su tercera acepción, "desdecir" significa, "dicho de una persona o de una cosa: Degenerar de su origen, educación o clase". Su uso habitual, o el que oí hace poco (cosa que hace que escriba esta entrada), sería utilizado en frases como "eso desdice de ti".
Me interesa esa palabra porque mantiene dos notas que me interesan. Conecta, en primer lugar, el decir con el ser. El decir algo con que ese algo que digo sea así: digo las cosas que digo porque pienso que son así. La verdad definida como "digo que es es así". Esto es totalmente griego. Sólo que se usa de modo negativo. Esto desdice de ti. Es un verbo intransitivo en el que las cosas son el sujeto, y no la persona, que es pasiva. Dicho otra vez: tus acciones dicen algo de ti. Te dicen o te des-dicen, te dicen mal, te mal-dicen... Todo esto, pero más desarrollado.
El segundo aspecto, unido al final del primero, nos lleva a la importancia de cierta buena fama. Cierta buena fama, porque no toda buena fama es buena. Hablo de la fama en el buen sentido: no actúo para que los demás me vean hacer el bien, pero sé, al actuar, que me ven (hacer el bien). La versión negativa, el escándalo.

jueves, 18 de febrero de 2010

Migraña

No es mi caso, que no la sufro, pero es muy ingeniosa, muy visual: muy griega... la génesis de la palabra "migraña". Dice la RAE que viene del latín "hemicranĭa", y éste del griego ἡμικρανία: hemicranía. O sea, medio cráneo. Y luego, remite a jaqueca. De esa ya hablamos. Pero allí se da la definición más intuitiva de qué es este mal: dolor de media cabeza. Dicho rápido y mal "Me duele medio cráneo", tengo migraña. Increíble, pero cierto. Ya se ve que los griegos no se andaban con tonterías a la hora de poner nombres a los fenómenos y cosas. Y dice mucho, por la pérdida del "He" de "hemi", de nuestra manera de hablar: dejada, económica, fácil... Lo digo en broma.

lunes, 8 de febrero de 2010

Poner cara de pocos amigos

Hoy en día, en que -exagerando y siendo pesimista- sólo vemos la cara de los demás en Facebook ("face", cara en inglés), tiene su qué comentar la citada expresión. Decían los antiguos que la cara es el espejo del alma. "Un rostro falso debe ocultar, lo que sabe un falso corazón", dicem, como posible traducción Shakespeare en Macbeth (acto I, escena 7)

(el original, infinitamente mejor,lo acabo de leer: "False face must hide what the false heart doth know")

Pues eso quería yo decir: que los amigos y las caras van juntas. Se puede poner cara de pocos amigos: expresión que muestre que no somos amigos, que no te quiero bien. Pero para eso, hay que verla. Así, si uno se limita a escribir mensajitos vacíos o eventos estúpidos o tonterías tamaño plaza de toro en un muro virtual, pocos amigos y pocas caras veremos. Y poca alma tendrá esa "amistad".

Desvivirse

"Hay que desvivirse por los demás". Gracias a Dios, y seguramente no lo podría haber dicho mejor y más exactamente, en mi circunstancia actual oigo esa expresión a menudo, aunque a mí me la enseñó mi madre. Dice la RAE que uno se desvive cuando muestra incesante y vivo interés, solicitud o amor por alguien o algo. Y ¿dónde está el nexo? En la experiencia: nadie que haga, o intente hacer, lo que dice esa definición dudará: amar es desvivirse. Y desvivirse es quitarse la vida a uno mismo: matarse por otro, morir por otro. Por eso Benedicto XVI, cuando aún no era Santo Padre, decía algo tan fuerte, verdadero y brillantemente expresado como su "el amor es un acontecimiento mortal" porque, explicaba, exige la muerte de mi yo para que viva su yo: un tú. Y, puestos a elevarse, así hay que entender el sacrificio de la víctima que el cristianismo dice ser la única relevante: Jesús. También, por cierto, lo dijo Él: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos". (Jn 15, 13 ). A esto se le llama escalar. Y no está mal, por hoy. Mi consuelo es que hay todavía gente que intenta vivir así.

lunes, 25 de enero de 2010

Jaqueca

Dice la RAE que la jaqueca es una "cefalea recurrente e intensa, localizada en un lado de la cabeza y relacionada con alteraciones vasculares del cerebro". Un dolor de cabeza muy peculiar. (Tiene su qué la palabra cefalea: de kephalés, cabeza en griego. Nada de cerebro: cabeza. El todo por la parte...)
Se habla, a veces, de lo que los árabes trajeron y dejaron en la península en los siglos que vivieron en ella. He aquí una molesta: la jaqueca. De pura suerte, podría decir, me he enterado de que la dichosa palabreja proviene del árabe hispanizado šaqíqa, y ésta del árabe clásico šaqīqah.Gracias a Dios, también trajeron la almohada, para cuando se sufre jaqueca. Y el alcohol, para cuando las penas se presentan insolubles al agua: "Penas sin remedio, litro y medio". Discrepo, por supuesto, pero tiene su gracia.

Dar en el clavo

No soy, ni mucho menos, experto en lenguas clásicas. Pero tampoco hace falta ser un lince para darse cuenta de que las etimologías que provienen del latín y del griego son muy intuitivas; o sea, visuales. Hasta las más metafísicas o abstractas. Seguramente, por esa misma razón.
Cuanto más se avanza en los siglos, sin embargo, nos vamos volviendo más idealistas. De todos modos, hay muchas expresiones castellanas, como la que en este caso nos ocupa, que tienen un claro sentido físico, y hasta artesanal. Tal vez en la actualidad más actual pocos sean los que han metido un clavo en una madera. Es una actividad altamente aconsejable: se requieren precisión, paciencia, saber rectificar, etc.
Al grano. Dar en el clavo significa, según el uso normal, "Acertar en lo que se hace o dice, especialmente cuando es dudosa la resolución". Es una expresión que tiene que ver con la de quien "da una en el clavo y ciento en la herradura", o sea, la de quien acierta por casualidad, o se equivoca a menudo.
Habría que intentar no perder esa naturalidad del lenguaje. Quien no ha clavado un clavo en su vida, poco sabe cuán dudosa es la resolución, qué fácil es que se tuerza y, por eso, no se meta bien.
Pues bien, a ese proceso se le llama hacer metafísica: pasar de lo físico a lo moral o cognoscitivo. Acertar en todo tipo de cosas: en lo técnico, en lo personal y en lo intelectual. Toda una analogía y ejemplo de validez de la metafísica natural.

martes, 19 de enero de 2010

El hombre, solo

Digamos, para abreviar, que hoy me he quedado medio embobado mirando un árbol y la cortina de lluvia que lo medio tapaba, y el cielo gris detrás, y, más atrás, las montañas, con algún edificio. Y he concluido: "caray, a mí, que me disgusta la lluvia, me parece increíble esta estampa: qué arbol...", etcétera.
Y le he dado algunas vueltas -contemplativas, más que teóricas- sobre lo bien que está hecho el mundo, y lo bonito que es, aunque sea en ocasiones destructivo.
Y luego he avanzado por otros caminos, que ahora expongo. Resulta ser que, en medio de esta maravilla, aparece un no sé qué nostálgico; algo como la campana de Paulov, que es el medio para llegar al perro; algo como un bonito anuncio, que nos lleva a comprar... pero que supera el anuncio: nadie compra el cartel, sino lo que se anuncia. En fin, el mundo, que está bien, o muy bien, pero que no el destinatario final de nuestros anhelos y deseos.
Y luego ha llegado la frase: Génesis 2, 18: "No es bueno que el hombre esté solo". ¿Solo?, he pensado. ¿En medio de este increíble mundo que miles de artistas no se han cansado de plasmar, de modo más o menos meritorio? Sí, sólo. El mundo como foto de lo que Dios es capaz de hacer, como jardín para que nos divirtamos mientras llegamos a nuestra meta. Etcétera. Bueno, que cada uno pedalee, si quiere.

(Y, ahora, mientras escribía, el bueno de San Agustín, que con tanta frecuencia da en el clavo: "Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en Ti".)

miércoles, 13 de enero de 2010

Puño y puñetazo

"Te voy a dar un puño...". Bonita y ciertamente chola expresión. Vamos, que a mí me suena a poco cortés. Ayer mismo, en clase de latín, tuve esta idea sobre la posible etimología de la palabra puño y puñetazo. La segunda, es obvia: de la primera. La primera... no sé: ahí va la teoría, que es cuanto menos, plausible.
No sé a santo de qué, salió en un ejemplo el verbo luchar, pelear: pugno, pugnas, pugnare, pugnavi, pugnatum. Este verbo, en latín vulgar-tardía, se pronunciaría como en el actual italiano o francés: "puño". El proceso mental que falta para unir las dos palabras es mínimo. Ya puede ser. No he perdido tres horas buscándolo. Pugnus, en latín, es puño: mano cerrada. Y, de ahí, pugnare, que sería, por tanto, luchar con las manos.
Para más información, que confirma la intuición, id aquí.

martes, 12 de enero de 2010

La droga

En un momento de impreciso ocio, he cogido las primeras páginas de "El buscón", la picareca novela increíble de Quevedo. En sus inicios, en el apartado de "Al lector", se habla de un "vivir a la droga". Interesante el conocimiento del asunto que demuestra Quevedo. Y sus conclusiones. Cito, que está todo dicho. "Aquí [en "EL Buscón", se entiende]hallarás en todo género de Picardía (de que pienso que
los mas gustan) sutilezas, engaños, invenciones, y modos, nacidos del
ocio para vivir a la droga". Usado como sinónimo de "vivir en medio de ilusiones". La droga, ilusionante ilusión, excusa y escapatoria de una vida vacía, que se llena de algo que apenas engorda.
Lo mejor de Quevedo, conclusión, más realista que todo lo demás: "y no poco fruto podrás sacar dél si tienes atención al escarmiento;" Quien mal anda, mal acaba.

Perenne y efímero

Dos palabras contrapuestas. Perenne, del latín per-annus: durante el año, por todo el año. El año como ciclo. Árbol perenne es el que no muda sus hojas, el que no las pierde.
Efímero, del griego epí-hémera. Esa aspiración de la "h", como en "Holidays", unida a "epi", se contrae en "ph". Bonito. Y significa "epi": por encima (tocando, con contacto), y "hémera", día. Lo efímero es, etimológicamente, lo que pasa tocando el día, y no sigue adelante, lo que se agota en un día.
Pero lo que me interesaba destacar es, sin embargo, el espacio de tiempo (con lo rara que suena esa unión de lo espacio-temporal...) que toma como medida. Lo que dura, dura un año; lo que se acaba, se acaba en un día. Da que pensar, como mínimo.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Regalos

Ahora que estamos en Navidad y es una tradicional época de regalos, me ha hecho ilusión darle vueltas al origen de los mismos.
Por un lado, el hecho de regalar, es simple y llano: a Jesús, cuyo nacimiento se celebra en estos días -no lo perdamos de vista-, le visitaron unos reyes magos, o magos, a secas, o sabios, como asegura la tradición, y le llevaron sus presentes, sus dones: oro, incienso y mirra. Cada uno de ellos tenía un significado bien concreto, que los teólogos de todos los tiempos han sabido explicar con facilidad.
De todos modos, aunque rememoramos este hecho, parece obvio que el regalo es algo muy humano. Dice la RAE que regalar es (del it. regalare; fr. régaler)dar a alguien, sin recibir nada a cambio, algo en muestra de afecto o consideración o por otro motivo. Nada más lejos de aquel do ut des tan de nuestro egoísta tiempo. De todos modos, no me sirve esta raíz, y hay que acudir al "regalis, regale" ese adjetivo -real- del nombre "rex, regis": rey. Lo propio del rey es ser magnánimo y regalar. Lo más propio, por lo visto: esa etimología lo dice claro.
Y, por la época y mis creencias, he estado releyendo cosas de Benedicto XVI acerca de los regalos y los tiempos navideños. Inteligente y brillante como pocos, da en el clavo, como siempre. El regalo es de los más humano, y quizá lo más humano: cada cual, rey de su existencia, da sin esperar nada a cambio. El hombre explicado como apertura de sí mismo hacia los demás, sin esperar nada a cambio. Increíble.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Navidad, claro está

¡Mira que hay procesos que oscurecen el origen de las palabras! Pero en "Navidad" no. Otra cosa será en otros idiomas.
Nativitas, nativitatis, natus sum... Nacer, venir a ser en ese mundo. Así de sencillo. Y por eso, es bastante lógico preguntarse, ante una fiesta en la que, como mínimo, se detiene el mundo, por qué se celebra; qué se celebra, vamos. Es un cumpleaños bastante global. Quizá haya otras culturas y otras religiones (y sin quizá: las hay) que celebren cosas similares. El cristianismo, llamado así por Cristo (ungido, en griego; messiah, ungido, en hebreo), celebra el 25 de diciembre el nacimiento de Jesús-Cristo en Belén. No hace falta ahora meterse en el berenjenal (que no es tal) de si fue el 25 de diciembre o no. Eso se celebra así por varias razones. La cosa es que se celebra algo, y por eso es ridículo hacer una fiesta, incluso civil, sin celebrar nada. Por eso ahora hay gente que le cambia el nombre, por ver si así cuela. Pero no, no cuela: hay que celebrar algo. En cristiano: que Dios se hizo hombre para que el hombre no se perdiera más aquí abajo.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Optimismo

¿Por qué compensa ser optimista? Por la vida misma. Que optimista se refiere a óptimo es evidente. Lo que no está tan claro es por qué. De "optimismo", dice la RAE que proviene de óptimo -lo mejor- y que se trata de la "Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable", como a la "Doctrina filosófica que atribuye al universo la mayor perfección posible". Me gustan las dos.
Y me parece que tiene mucha tela el asunto: si es lo mejor, es bueno, y si es bueno, es que no todo es relativo, sino que hay asuntos buenos y otros que, por ausencia de bien, son malos. Por eso hay poca gente optimista en nuestros días. El relativismo es pesimista, porque es incapaz de quedarse en su falaz concepto: "todo es relativo".
Colofón: el optimista es el que hace las cosas lo mejor que puede. Es una actitud vital: porque es mía, de todo mi yo.

Errare humanum est

Una vez oí un comentario iluminador. Estábamos hablando sobre algunos problemas -reales, objetivos- y lo mal que iba cierta asociación. O incluso el mundo. De repente, un amigo nos paró y preguntó: "¿Quién lleva esto? ¿Son hombres?". Sobre nuestra respuesta, obvia, puntualizó: "¡ah, entonces, ningún problema. ¿Querías que fuera todo bien? Todos nos equivocamos".
Sentido común, cada vez menos común.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Ni un pelo de tonto

El pelo como patrón para medir. No deja de tener gracia. Porque no se refiere al cabello, sino al pelo. Está más o menos claro que cabello, de capilus, se refiere al pelo (pilus) de la cabeza (caput, capitis)... Pero no sé de dónde viene pelo, salvo que en latín existe "pilus, pili", pero es sospechoso de ser un diminutivo, como homunculus lo es de homo. Ni idea, y no tengo a mano un diccionario serio, que no encuentro -mea culpa- en internet.
La gracia, con todo, está en ver dos cosas: primera, que no se refiere a los pelos de la cabeza, que suelen ser más gruesos y elegantes; segunda, que se toma como medida de cosa pequeña algo simpático. "No cabe ni un pelo". No lo he oído jamás, pero estaría bien. Y tercera, que es la primera que había pensado, el pelo es la medida que usa Jesús en el evangelio para asegurarse de que se entendía al decir que todo estaba bajo control de un Padre Todopoderoso (con las dos características, que tiene tela). No deja de sorprenderme el asunto: yo que pensaba que lo del pelo era hispánico ("Ni un pelo de tonto" suena castizo...)... y ya se usaba hace, como mínimo 21 siglos. ¡Ya te digo!


Anexo inútil, pero simpático:
Pelo en griego: θρίξ/τριχός; o sea, "thrix, trichós"... Tal vez, no me mojo nada o menos que nada, tenga que ver con "trigo", del latín "triticum, tritici". Puestos a decir algo verosímil, el trigo tiene unas espigas muy pequeñas y unos pelillos...
Otro apunte. En inglés, como sabemos, "pelo" es "hair", pero también "Pilus", cuyo plural es "pili", como en latín...
Una tontería desechable: Pilar no es la mujer peluda, aunque sí lo fue "Guifré el Pilós", dicho en catalán.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Castigar: castidad, limpieza... (corregir II)

Resultado de imagen de castigarCastigar, palabra "horrible" (con comillas significa que es políticamente horrible), todavía más hoy día. Pero es necesario. Lo hemos descubierto en nuestros días por reducción al absurdo. Cuando no se castiga (y ahora dedicaré unas líneas para ver a quién, quién, y cómo), mal vamos.
Como cuando uno sostiene que su camino es bueno y acaba, siempre, en un precipicio. No parece que sea bueno, aunque tal vez sea el menos malo.

Una primera aproximación en la que todos podemos coincidir -Shakespeare mismo, por ejemplo, en su Timón, lo usa en este sentido- es el de "hacer casto", de "casti agere".

De "agere", poco hay que añadir, salvo un detalle interesante: no es un hacer material, sino metafísico, más que físico. Como los inglesea "make" y "do", vamos. Del griego, "ágo" y "poiéo". Da pistas: castigar no es pegar a alguien: eso es físico.

Y sobre "castus", miles de hojas podríamos llenar.
Digamos, para empezar, lo que un diccionario señala. Dice de "casto" que viene del adjetivo griego "foîbos,e,on", que se remite al nombre propio "Foibos: Febo, un epíteto de Apolo, "el brillante, el resplandeciente". Otra palabra que señala como principio del latín "castus,-a,-um" es "hagnós,e,ón". "hagneîa", pureza, castidad, religiosidad, y el verbo "hagneûo" ser puro, salir puro o sin culpa de algo.

¿A quién no le interesa estar sin culpa de algo? A nadie. Otra cosa es que cueste decirle a otro, y eso es lo primero para castigar en buen plan, qué ha hecho mal. Y por qué. Y por eso cuesta tanto en nuestra hipócrita y relativisma (en parte, claro) sociedad. Si no hay bien ni mal, no hay mal. No hay culpa, y nadie puede dejar de tenerla. Y mucho menos ayudado (esa ayuda pararía en intromisión ilegítima...) por otro.

Como colofón, una duda. Castus no parece, a primera vista, venir de hagnós. Pero tal vez sí de "cházo", que significa apartarse, retirar, privar de, tiene una forma verbal en "chassasthai", que ya se parece más al inglés "chastity", que viene a significar, desde el siglo XVI, separado de algo considerado malo. De ahí vienen otra palabras como "casta". Eso es, de nuevo, harina de otro costal.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Corregir(se)

¡Hay que ver lo interesante que es pararse a pensar, ni que sea un instante, en qué decimo y por qué lo decimos así! En los mundos que corren, parece complicado encontrar a alguien que diga, llanamente y en voz alta, que hay que corregir a la gente. "Lo que hay que hacer es corregirse cada uno", dicen otros. Opino que no hay primero sin segundo, y viceversa, muchas veces.
El caso es que cada uno es dueño de sí mismo; es amo y señor, en principio, de su conducta. O así debería ser. Y a eso se refiere, posiblemente, su etimología. Corregir, de co-regir. El "regire" (rego, -is, -ere,-rexi, rectum) de corregir, regir con algo o alguien, o ser ayudado a ser regido.
O sea, que cada uno se rija a sí mismo. y que quien quiera corregir se dé cuenta de que esto es así: delicadeza máxima, por tanto. Sólo el co-regido puede regirse (co-regirse). Hay que corregir de modo que la persona que recibe la corrección haga propia, por buena, la indicación. Todo esto por un co-. Imagínate.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Manducare

Ayer fuimos de salida cultural y vimos cómo comían los romanos: con las manos. La sopa, claro está, con cuchara, o similar. Y hoy he aprovechado para explicarles la visualísima causa de esa palabra, su etimología. Resulta que comer, además de edere y comedere, puede decirse manducare. Manus ducare, o sea, guiar (guiar es ducere, pero hay ahí un cambio fonético) con las manos: meter la comida con las manos, guiándola desde el plato hasta la boca. Tiene gracia.
No soy experto en etimologías, pero podríamos catalogarla como etimología por causa instrumental. Es hablar de la acción con el nombre de la causa.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Equivocar o equivocarse

Dejemos como estúpida la pseudoetimología según la cual estaríamos frente a un verbo animal: equi-vocar: llamar al caballo. "¡Vamos, Silver!", eso, en boca del mítico y actualmente ignoto Llanero Solitario, sería un clarísimo ejemplo de equivocación. Pero no van por ahí las cosas.
La filosofía enseña, a través de algunos autores lejanos en el tiempo, que hay mucha división al hablar de la verdad. Una de las más útiles se refiere a la verdad del ser y a la verdad del intelecto. En resumidas cuentas: cada cosa es lo que es (verdad del ser u ontológica) y si así lo pienso y digo, estoy en la verdad: acierto (verdad del intelecto). Se ve a la legua que la segunda depende de la primera. Y la primera... ¡Ah, eso son palabras mayores! Ahora nos quedamos en que llamar a cada cosa como lo que es es decir verdad, es acertar.
Y equivocarse... Aquí está el jaleo. En principio, y en todo rigor, debería decirse "Juan ha equivocado estas dos cosas". Juan, lerdo mental (y, estadísticamente, obeso y por tanto lerdo corporal) , ha llamado igual (equi-vocado) a esas dos cosas. Y de ahí se deduce que "se ha equivocado". No sé de dónde sale ese salto: él no se ha llamado igual a sí mismo.
Bueno, no da para más. Sólo añadir que pocas veces he leído o escuchado, eso sí, con gran placer, la primera y correctísima manera de hablar.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Comida y simposio

¡Ya te digo! Dos palabras tan similares en su inicio y tan distintas en la actualidad. Aquí hay tomate. Comida, de verbo comer, de com-edere: o sea, edere cum. Edere es en latín nuestro ingerir castellano. Pero el hombre latino sabía que la comida era cosa seria y divertida a la vez. No sé, yo no me atrevería a pontificar al respecto, pero me parece que a poca gente le gusta comer sola, sin compañía... (¡y menuda otra palabreja: compañía! Para otro día.) Así que se dejó de edere, y se empezó a com-edere.
Y, con todo, simposio, en la actualidad algo para intelectuales, también lo fue en sus orígenes, aunque no era un conjunto de mentes brillantes, sino de gente que bebía juntamente. A partir del verbo pino, piomai, epion, pepoka: beber, tomar. La última palabreja, transformada y pasada por el latín, da posis... ¿Así que beber juntos es algo de sabios? También ellos lo decían: in vino, veritas. La verdad está en el vino, o hay que buscarla acompañada de él.
Pase lo que pase, una comida y un simposio jamás serán lo mismo, aunque lo parezcan.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Como Dios manda

Bonita expresión. Ya no la usa mucha gente: a algunos les gustaría que Dios despareciera hasta del lenguja. Les gustaría, paradójicamente, decirle adiós... Pobres. Pero bueno, a lo que íbamos. Esta expresión era, como la mayoría de las que han perserverado en el tiempo, enjundiosa como pocas. El saber popular no es necesariamente menor que el técnico o científico. Y tiene una ventaja inmensa: entra más rápidamente, y mejor. La razón: va no sólo a la cabeza, sino al corazón. Se entiende y conmueve. No digo yo que con todas y cada una haya para tirar petardos.
"Como Dios manda" es sinónimo de "bien hecho":
-Anda, niño: ponte la camisa como Dios manda.
Ya se ve que no tiene mucho que ver con los mandamientos. Que yo sepa, y lo sé, a Moisés no se le entregó en el decálogo esta precisa indicación. Digo yo que se refiere, en el fondo, al hecho supuesto y verdadero de que sólo Dios lo hace todo bien, por mucho que nos cueste entenderlo a veces...

Introducción

Nuestras palabras y nuestro mundo tienen bastante que ver. Fue Wittgenstein, aquel pecualiar y genial filósofo vienés, quien llevó a extremos insospechados la unión que hay entre ambas realidades. "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo", o "de lo que no se puede hablar, es mejor callar", o, incluso, "lo que no se puede decir, es posible sólo mostarlo". Muy místico. Y muy de acuerdo estoy con él, dejando de lado alguna que otra salvedad importante.
En este blog se pretenden escribir pensamientos sobre las palabras, sobre los modos de decir que, aun ya pasados, tuvieron plena vigencia. Y sobre las causas, a veces evidentes, de su pérdida de actualidad. Y sobre las etimologías sorprendentes de las palabras... Mucho tema.