sábado, 19 de diciembre de 2009

Regalos

Ahora que estamos en Navidad y es una tradicional época de regalos, me ha hecho ilusión darle vueltas al origen de los mismos.
Por un lado, el hecho de regalar, es simple y llano: a Jesús, cuyo nacimiento se celebra en estos días -no lo perdamos de vista-, le visitaron unos reyes magos, o magos, a secas, o sabios, como asegura la tradición, y le llevaron sus presentes, sus dones: oro, incienso y mirra. Cada uno de ellos tenía un significado bien concreto, que los teólogos de todos los tiempos han sabido explicar con facilidad.
De todos modos, aunque rememoramos este hecho, parece obvio que el regalo es algo muy humano. Dice la RAE que regalar es (del it. regalare; fr. régaler)dar a alguien, sin recibir nada a cambio, algo en muestra de afecto o consideración o por otro motivo. Nada más lejos de aquel do ut des tan de nuestro egoísta tiempo. De todos modos, no me sirve esta raíz, y hay que acudir al "regalis, regale" ese adjetivo -real- del nombre "rex, regis": rey. Lo propio del rey es ser magnánimo y regalar. Lo más propio, por lo visto: esa etimología lo dice claro.
Y, por la época y mis creencias, he estado releyendo cosas de Benedicto XVI acerca de los regalos y los tiempos navideños. Inteligente y brillante como pocos, da en el clavo, como siempre. El regalo es de los más humano, y quizá lo más humano: cada cual, rey de su existencia, da sin esperar nada a cambio. El hombre explicado como apertura de sí mismo hacia los demás, sin esperar nada a cambio. Increíble.

1 comentario:

  1. Lo que más me gusta de todo es tu emoción.
    Ciertamente, es como para emocionarse, Bruder.

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